Las decisiones que me hicieron libre
En la vida cotidiana desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos tomando decisiones y muchas veces no somos conscientes de ello. Desde las decisiones más pequeñas a las más grandes siempre estamos eligiendo algo, lo que también nos supone descartar otra posibilidad. Desde la ropa que me voy a poner, lo que voy a desayunar, todas las tareas que tengo por hacer como ir al trabajo, reunirme con mi jefe, ocuparme de mis hijos.. Entre otras muchas cosas, suponen un gasto de energía considerable del que siempre no nos damos cuenta.
La importancia de decidir
Tomar decisiones es la premisa fundamental para evaluar cuál ha sido nuestra vida o cual pudiera ser en los próximos años. Lo que somos hoy y en el lugar que estamos es consecuencia de las decisiones que hemos tomado en el pasado por tanto las decisiones que tomemos en el presente nos llevaran a uno u otro lugar.
Una de las acepciones etimológicas de decidir plantea donde específicamente, el prefijo -de, señala separación, -caedere, significa cortar, talar, y el sufijo -sión, que indica acción”
Esta reflexión nos permite aproximarnos a una reconciliación sana con la palabra decisión ya que se sabe que las personas que tienen mayores logros y resultados en la vida son aquellas que están enfocadas y centradas en decidir de manera oportuna cuales son las decisiones que le permitirán enfocarse adecuadamente hacia sus objetivos y sus propósitos de vida.
Las decisiones son el volante del coche nuestra vida, y la destreza que tengamos para manejar ese volante va a garantizar el éxito o no de nuestra existencia.
¿Qué decisiones cambiaron mi vida para hacerme más libre?
La primera decisión que le dio un giro a mi vida fue comprender que el protagonista de mi existencia era yo, que no resolvía nada culpando a los otros de mi fracaso ni escondiéndome de mis defectos. Asumir que la vida en muchas ocasiones te da empujones y te tira de bruces cuando menos te lo esperas puede ser algo que sucede independientemente de tu voluntad.
La decisión de levantarte, quedarte erguido para encajar mejor el próximo empujón es enteramente tuya. Si te quedas de víctima esperando a que alguien te rescate del suelo, buscando culpables entre la muchedumbre para ver quién te da el empujón es probable que la vida te empuje más fuerte porque no habrás aprendido la lección.
Decisión y autorresponsabilidad
La decisión de la autorresponsabilidad con mi vida, con mi salud y con mis fracasos. Tome la decisión de cuidar mi cuerpo, de hacer ejercicio y estar sano; no solo para mi sino también para los que me quieren. Deje de esperar que los medicamente y las recetas milagrosas fueran a salvarme.
También decidí de manera permanente, trabajar conmigo mismo, siendo mi propio laboratorio cotidiano, de mi cuerpo y de mi mente, donde cada día tendré que actualizar mi salud mental y emocional como lo hacen todos los dispositivos electrónicos pasado algún tiempo. Es por ello que desde que me actualizo a mi mismo, me reviso, y me reprogramo he pasado de una versión 2.2 a una 12… La que aspiro mejorar permanentemente.
La decisión de ser feliz conmigo mismo
He tomado otras decisiones que me han hecho sentir libre e independiente y a la vez más conectado con los demás pero que se puede resumir de manera breve:
He decidido que mi felicidad y mi bienestar no depende de nadie que no sea yo mismo, ni siquiera mis hijos, mi pareja ni mi familia me podrán hacer feliz si yo no lo soy conmigo mismo o si no entendiera que esa felicidad va a estar determinada no por la alegría o los elogios de los demás sino por la capacidad que yo tenga de amarma a mi mismo, de cultivar de un amor propio que me permitan disfrutar a los demás cuando están conmigo y disfrutar mi existencia cuando estoy conmigo mismo.
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